En este artículo hablaremos de cómo se puede identificar un trastorno de la conducta alimentaria, ya que estos trastornos se manifiestan en comportamientos inusuales o percibidos como extraños alrededor de los momentos de comida. Son constantes, repetitivos y generalmente se consideran como conductas que a largo plazo mantienen la enfermedad.
Dentro de ellos se pueden evidenciar: comer de forma rutinaria, limitar el consumo de cierto tipo de alimentos como carbohidratos y alimentos con alto contenido de azúcar, comer en un orden específico, cortar en trozos muy pequeños, demorarse significativas horas comiendo, aumentar el consumo de líquidos, esconder la comida, limpiar la grasa de los alimentos con servilletas, entre otros.
Cabe anotar que la presentación de este tipo de conductas por sí sola no se consideraría un problema de la conducta alimentaria. Cada caso tendría que evaluarse respecto a la alteración que tiene de su funcionamiento.
Adicionalmente, en estas enfermedades, el patrón de alimentación está regulado por señales internas y externas inapropiadas, diferentes a las señales de hambre y saciedad. Generalmente, para las personas que padecen estos trastornos enfrentarse a un plato de comida les genera un alto nivel de ansiedad o angustia, aumentando así los comportamientos restrictivos, evitativos y purgativos para obtener en algunos una figura corporal específica o mitigar algún dolor emocional o disminuir la ansiedad a corto plazo.
Una de las grandes dificultades que se presentan alrededor de los desórdenes o trastornos alimenticios, es que las personas que están afectadas niegan su condición, esto puede relacionarse a que pueden parecer estar siguiendo unos hábitos de alimentación saludable, pero estar gravemente enfermos.